EL RATONCITO ( Capítulo 1)







 EL RATONCITO

Capítulo 1

Ahí estaba él…otra vez…bueno como todos los días, o más bien noches. Todos las  noches ella llegaba y él estaba allí, no sabía con exactitud desde que hora pero nunca fallaba. No existían fines de semana o días de fiesta…Ella misma trabajaba todos los días, así que no le parecía algo descabellado, pero sí, empezó a sentir curiosidad…por él. Nunca habían hablado de hecho…él no la molestaba y ella  se esforzaba en no molestarlo. Siempre con la mirada fija en los papeles y en la pantalla del ordenador. Realmente el hombre parecía casi un robot …pero no lo era…Hacia tres meses que trabajaba allí  y sólo observándolo ya había aprendido a interpretar algunos de sus gestos.

Cuando estaba cansado se acomodaba las gafas a menudo, cuando algo no iba bien se tocaba el pelo hasta que éste caía desordenado sobre su frente y cuando todo iba bien canturreaba…tan sutilmente que la primera vez que lo escuchó casi le pareció una alucinación auditiva…de hecho estaba segura de que ni él mismo se daba cuenta de que lo hacía…El pensamiento la hizo sonreír, pero la sonrisa se cortó cuando se dio cuenta de lo mucho que le gustaría oír su voz…

El ratoncito ya ha llegado…así era como había llamado a la pequeña muchacha que limpiaba las oficinas de la empresa en la que trabajaba como asesor. Ese ratoncito era la única compañía humana que tenía en las largas noches de trabajo. Cuando comenzó su contrato cinco meses atrás, el personal de limpieza variaba a menudo, a la gente obviamente no le gustaba trabajar de noche. La oscuridad y el silencio te hacían sentir sólo en el mundo…esa sensación de aislamiento no es agradable y por eso supuso el personal rotaba…hasta que tres meses  atrás llegó ella. 

Ella no hablaba, lo que agradeció infinitamente, ya que necesitaba poder concentrarse en sus informes. La chica era eficaz y metódica, realizaba sus tareas como un silencioso torbellino que allá por donde pasaba dejaba orden y limpieza en lugar de destrucción…además de un agradable  olor a pino y cítricos. Por alguna razón se dio cuenta de que esperaba su llegada…como si con su presencia todo estuviese…completo. 

El rumbo de sus pensamientos lo había distraído y por ello el sonido de su teléfono móvil lo hizo dar un respigo. Joder llamaban desde casa …    

- Dígame, ¿Leila sucede algo?

- Yaman bey…me temo que sí, ella ha tenido otra crisis y no puedo yo sola …esta ha sido de la fuertes y el bebé no deja de llorar.

- Esta bien Leila…voy para allá.

Después de colgar Yaman miró su reloj, eran las cinco de la madrugada… necesitaba a alguien que se hiciese cargo del bebé mientras él lidiaba con Kevser, ¿pero quién? …

- Yo le ayudaré…si usted quiere…ya he terminado aquí.

Yaman no se había dado cuenta de que había hablado en voz alta hasta que desde la penumbra le llegó la voz desconocida de su ratoncito ofreciendo ayuda…una ayuda que no se podía permitir rechazar.

- ¿Sabes cuidar bebés?...¿No te están esperando en casa? 

- Sí, se cuidar bebés y no… nadie me espera…

- Bien, entonces prepárate y te espero en la puerta.


Seher se apresuró a recoger sus elementos de trabajo y luego sus cosas personales. No dejaba de preguntarse en que demonios estaba pensando cuando se ofreció a ayudarlo…no lo conocía… aunque hubiesen pasado juntos todas las noches de los últimos tres meses. Pero cuando lo escuchó decir que necesitaba ayuda con un bebé…no se pudo resistir. Los niños eran su mayor debilidad y por ello con mucho esfuerzo estaba estudiando durante el día  para convertirse en profesora de educación infantil. 

Estaba en el vestuario de personal y un escalofrío le recorrió el cuerpo. Hacía un frío espantoso, ya debía haber comenzado a nevar aunque desde el interior de las inmensas oficinas no se había dado cuenta. Se miró al espejo y decidió quedarse como estaba. Bajo la bata de limpiadora llevaba un jersey turquesa a juego con sus ojos, vaqueros y botas recias todo muy adecuado para la  nieve . Decidió dejarse el pelo cubierto con el pañuelo que usaba cuando trabajaba y que mantenía bajo control su increíble melena. 

Yaman esperaba en el coche frente a la puerta del complejo de oficinas a su inesperada ayudante de la noche. La nieve caía sin pausa, pesada y extraordinariamente blanca obligando a los limpiaparabrisas  a moverse con dificultad. Estaba tenso …Leila ya era una señora entrada en años pero extraordinariamente resolutiva y muy capaz, gracias a ella había conseguido tirar para adelante los últimos diez meses. El hecho de que lo llamase al trabajo solo podía significar que las cosas estaban mal, muy mal. Ya quería llegar a casa y saber que sucedía…miró hacia la ventanilla y vio que el ratoncito se estaba acercando al coche. En silencio, como siempre, se subió al coche y se abrochó el cinturón. Yaman no perdió el tiempo y emprendió el camino a casa tan impaciente como preocupado por lo que allí se encontraría.

El recorrido hasta la casa de Yaman duró casi una hora a causa de la intensa nevada. Cuando pararon frente a una casa precedida por un  jardín aun parecía noche cerrada, la nevada se había convertido en una intensa ventisca. Yaman paró el coche, se volvió hacía su acompañante a la que a penas si le distinguía los rasgos y con la cual ni siquiera había hablado y dijo.

- Ya hemos llegado…- no sabía que más decir.

- Vamos entonces…- dicho esto la chica se bajó del coche y él la siguió saliendo de la parálisis momentánea que lo había atenazado y que lo instaban a quedarse con ella en ese pequeño habitáculo, cálido, silencioso y oscuro que olía a ella …que olía a azahar y limón.

La casa era un desastre, Leila obviamente no había querido preocuparlo. Pero al entrar se dio cuenta de como de horrible había sido esta crisis. La pobre Leila sangraba por la frente sentada totalmente agotada en una silla de la cocina, era obvio que necesitaba atención medica y quizás algún punto de sutura. El llanto de Sila resonaba en toda la casa. 

- Yaman querido no he podido hacer nada, se ha ido…se ha ido…no fui capaz de detenerla…

Yaman se acercó a la buena mujer para atender su herida…

- Tranquila Leila, no es tu culpa, vamos te llevaré al hospital.

- ¿Y Sila? No podemos sacarla con este frío..

- No te preocupes la señorita…- Yaman se dio cuenta de que no sabía siquiera el nombre de la mujer a su lado y ella también fue consciente por lo que dijo.

- Seher me llamo Seher…yo me ocuparé de la bebe… ¿dónde está? 

- Al final del pasillo en su cuarto…angelito mío lleva llorando mucho tiempo…

- Yo me ocuparé, no se preocupe más que por recuperarse.

Dicho esto se dio media vuelta y se fue en busca del bebe.

Leila miró a Yaman interrogante…era la primera vez que él traía a alguien a casa …y a estas horas…pero sólo le preguntó.

- ¿Ella sabe?

Yaman no supo contestar, como le decía a Leila que había traído una mujer a casa de la que acababa de saber su nombre…mucho menos iba a saber de la lucha que traían desde hacia diez meses y que había acabado hoy como más había temido…

- No te preocupes todo esta bien, vamos al hospital.


Tres horas más tarde Yaman volvía a entrar por la puerta de casa, la ciudad se había convertido en un desastre. La ventisca pasó a tormenta de nieve  y todo se había colapsado…no había cobertura de teléfonos y hacía aproximadamente una hora tampoco suministro eléctrico. La buena noticia era que las lesiones de Leila  no eran graves, varios puntos en la brecha de la cabeza y reposo gracias a Dios. Había conseguido dejarla en su casa donde su familia cuidaría de ella y casi de milagro había conseguido llegar a la suya, tras dejar el coche a varias calles de distancia. Ahora estaba helado hasta los huesos y sin posibilidad de darse una ducha caliente. 

Cuando se quitó el abrigo y los zapatos  empapados se dio cuenta de que alguien había dejado una vela en la entrada con lo cual tenía algo de luz. Miró a su alrededor y fue consciente de que la casa ya no era el desastre de hacía unas horas. Su ratoncito obviamente había hecho mucho más que cuidar de Sila. Además reinaba el silencio…y es era tan raro en esta casa…la curiosidad se apoderó de él y fue a ver donde estaban. Se dirigió al cuarto del bebe  que encontró vacío y helado. La inquietud se revolvió en su estomago hacía muchísimo frío…¿como se habrían mantenido calientes?. Sus pasos se dirigieron a su habitación y ver luz salir por debajo de su puerta lo dejó respirar aliviado. Abrió la puerta despacio y entró. 

La habitación estaba iluminada por los destellos ambarinos y rojizos del alegre fuego que crepitaba en la chimenea. Seher era una mujer de recursos…descubrió la única chimenea que había en la casa y se las había ingeniado para encender la lumbre. Casi sin pensarlo se acercó al fuego para intentar entrar un poco en calor, fue entonces cuando vio una olla con agua caliente y unas toallas junto al hogar además de una cafetera llena de un fragante café que le hizo la boca agua. No perdió el tiempo tomó ropa limpia del armario y se aseó un poco con el agua caliente y se sirvió un taza de café que le supo a gloria.

Después miró hacia la cama…sabía que ellas estaban allí dormidas, de alguna forma podía sentir sus respiraciones. Sila se removió y soltó uno de sus pequeños quejidos…al instante Yaman estaba junto a la cama.  

Sila se revolvió y se acurrucó más cerca de la mujer dormida a su lado buscando su calor. Yaman se quedó inmóvil cuando al fin sus ojos se centraron en la mujer…dormía de lado, en su cama, bajo sus sábanas y sus mantas… una larga cabellera de grandes bucles cubrían la mayor parte de la almohada. Destellos de color de toda la gama de caobas resaltaban al brillo del fuego…se dio cuenta entonces de que nunca había visto el cabello de ella ya que siempre lo llevaba cubierto con un velo y se  sintió privilegiado. Sus sábanas de un color gris muy oscuro resaltaban la blanca piel de su rostro y contempló a placer sus fino rasgos y sus labios llenos. El ratoncito era absolutamente hermoso …y no se había dado cuenta …Sila volvió a lloriquear y  Yaman se tumbó a su lado para calmarla con su olor y su calor. La estrategia funcionó y la bebé poco a poco volvió a dormirse. Yaman se dijo que estaría allí unos minutos  y luego se iría al sillón, pero el cansancio, el calor y el olor del limón que lo envolvían fueron muy poderosos y cayó en un profundo sueño.


Comentarios

  1. Hermosoo esta ya me enamore otra ves mas

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  2. OMG , me encanta totalmente ,fascinante la narrativa que llevas😍

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  3. Ya estoy amando esta historia ♥️♥️♥️♥️

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  4. Hermoso!! 🥰👏👏👏💯✍🌹💞💞💞💞💞

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  5. Gracias Laura, tu imaginación y tus ganas de complacernos es loable. Salud para tus manos 💓😘😘😘

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  6. me preguntaba cuando empezarias otro relato y aqui esta, ya tienes de nuevo
    toda mi atención otra vez corazón no te demores muño abrazos......

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  7. Wuau, interesante. Veremos su desarrollo.👍

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  8. Mi querida Laura Ocaña ,precioso relato... continuo con el siguiente.. gracias

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