MELEK (Capítulo 2)
Capítulo 2
Onur se ajustó el cuello del abrigo para evitar que se colara el frío de la madrugada. Ya llevaba tres horas vigilando el oscuro callejón sin ningún movimiento. Lo más probable es que no saliera nadie de allí y su vigilancia fuese inútil, pero algo lo mantenía obstinadamente quieto en ese lugar, esperándola.
Tras esa mirada de socorro él estuvo a punto de ir hacia esa puerta y echarla abajo para proteger a la mujer. Dio varios pasos incluso en esa dirección pero se paró, su mentalidad táctica militar de repente emergió y fue consciente de que eso sería un suicidio. Recordó a los hombres de seguridad que ya había visto y a los que sujetaban a la mujer…por descontado habría muchos más. Él estaba sólo y aunque era buen luchador era imposible, tenía que encontrar otro modo.
Se marchó del burdel y ya en la calle, el aire frío lo ayudó a despejar la mente. El edificio era imponente pero su estructura era simple lo rodeó y se dio cuenta de que sólo existían dos salidas posibles, la principal y una lateral que probablemente era la salida de emergencias. Por algún capricho del destino el edificio no tenía aparcamiento subterráneo…gracias a Dios porque sino las posibilidades de que su plan funcionara eran iguales a cero.
Las posibilidades de ayudar a la mujer eran muy reducidas pero no podía moverse del sitio…ese grito silencioso de ella aun resonaba en su cabeza. Había escuchado su voz…era demencial…lo sabía pero no podía ignorarla. De nuevo miró hacia el callejón dónde había depositado su única esperanza…si sacaban a la mujer del edificio esa sería la salida. Si no decidían dejarla dentro del burdel. Si no era escoltada por demasiados hombres. Si no estaba ya muerta… Demasiados síes lo sabía pero por algún motivo allí seguía. Porque algo le impedía marcharse, aquella voz susurraba en su cabeza y le daba esperanzas de la nada…
Un enorme coche negro con cristales oscurecidos entró en el callejón y un hombre se bajó del coche y se paró junto a la puerta del edificio, esperando a alguien o algo. Esto era por lo que Onur había estado rezando se acercó sin ser visto y siguió vigilando al hombre. El factor sorpresa era su única ventaja, bueno eso y la suerte…
El hombre sacó un pitillo y empezó a fumar, al momento la puerta se abrió y apareció otro hombre con un bulto envuelto en brazos. El del cigarro se apresuró a abrir la puerta trasera y el otro metió su carga en el coche.
- ¿Vive?- Preguntó el del cigarro.
- Sí, es una cosita resistente…el nuevo es un hijo de puta…casi…
El hombre no terminó su frase, Onur se sorprendió, los hombres parecían apreciar a la mujer aunque no lo suficiente para protegerla…
- Me termino el cigarro y me marcho.
- Esta bien, me subo hay algunos clientes problemáticos hoy.
- Que te sea leve…compañero.
Tras esta despedida sólo quedó un tipo y el soldado que había en él entró en acción. Se acercó decidido al tipo y lo golpeó fuerte. Acabaron peleando en el suelo, pero de repente el gorila lo sujetó por las solapas y le dijo,
- ¿¡Qué quieres tú!? – le escupió con ira.
- A ella…- a Onur esa respuesta le salió del alma sin saber porqué.
El hombre para su sorpresa dejó de resistirse y lo miró entre asustado y admirado. Volvió su cabeza hacía el coche y luego de nuevo a él y dijo,
- Las llaves del coche están en mi bolsillo…llévatela y no dejes que él la encuentre… nunca.
- ¿Cómo dices?- Onur no podía dar crédito a lo que oía.
- No hay tiempo…coge las llaves y lárgate, en cuanto puedas abandona el coche tiene rastreador GPS y os localizaran. Pégame fuerte y vete…salva a Melek y dile…dile que Iván lo siente….¡Vamos!
Onur dejó inconsciente al hombre de un puñetazo, cogió las llaves y se marchó. Ahora conducía en la noche de Estambul, sin saber que hacer exactamente. Miró de reojo a su pasajera en el sillón trasero y suspiró, no pudo verla ya que estaba envuelta en una manta pero ella estaba mal…y no sabía cómo de mal.
Llevó el coche al aparcamiento donde él había dejado el suyo aquella noche antes de la cena con los clientes. Afortunadamente era un parking público en una zona muy turística de Estambul. Lejos de nada que lo relacionase con él. Conocía además muy bien el lugar ya que ellos habían instalado el sistema de seguridad y vigilancia. Tan pronto llegara a casa entraría en el sistema informático y borraría todas las imágenes de las cámaras de seguridad y así desaparecerían…como si jamás hubiesen estado allí.
Al tomar a la mujer en brazos para llevarla a su coche se sorprendió de lo poco que pesaba, ella era pequeña. No se movió ni se despertó lo que aumentó su angustia, necesitaba examinarla para saber cuan herida estaba. Su habilidad medica era la propia de un soldado, manejaba lo básico, pero si ella necesitaba atención más especifica no sabía que podía hacer.
Ya despuntaba el alba cuando se abrió la cancela que daba paso a la finca. Onur vivía en las afueras de Estambul, después de que su negocio de seguridad despegara había dedicado todos sus ahorros a construir su casa. Compró un terreno junto a un lago que casi era un pequeño bosque. Allí construyó su refugio en total sintonía con la naturaleza. Cuando los arquitectos llegaron les explicó que quería conservar la mayor cantidad de arboles posible, y que se las ingeniaran para que su casa fuera parte del entorno. Habían hecho un gran trabajo…toda la casa era ecológica y prácticamente autosuficiente. Era un diseño moderno , las distintas estancias de la vivienda se comunicaban por pasillos de cristal, piedra y madera. La casa emergia alrededor de un enorme árbol y daba la sensación de que siempre había estado allí. Cuando llegabas tenías la sensación de estar entrando en una casa del árbol, pero una vez dentro la estancia principal era un gran espacio abierto que a través de una enorme pared de cristal miraba a la inmensidad del lago.
El magnifico amanecer que en ese momento podía disfrutarse desde su salón pasó desapercibido para Onur en esta ocasión. Con su preciada carga en los brazos se dirigió a las escaleras que lo llevarían a las habitaciones de la planta superior. Pensó en llevarla al cuarto de invitados pero finalmente acabó en su habitación.
La tumbó en su cama y mientras la contemplaba tomó aire, preparándose para por fin verla. Dentro de su mente se repetía la misma letanía * Que siga viva por favor…que siga viva*Llevaba repitiendo esta súplica desde que la había puesto en su coche para llevarla a casa.
Cuando retiró la manta que la cubría se le cortó la respiración. Ella estaba muy golpeada… no podía dejar de mirar su cara, tenía el labio roto y uno de sus ojos totalmente hinchado y amoratado pero respiraba. Como había dicho el guardia ella era una pequeña cosita resistente… Una rabia inmensa tiró de sus nervios pero la mantuvo bajo control. Retiró con cuidado el pañuelo que le cubría la cabeza y un hermoso pelo rubio, muy claro, fue revelado. Lo tenía larguísimo y muy lacio. Estúpidamente se le vino a la mente la imagen de Rapunzel lanzado su cabello al príncipe desde la torre… Sacudió la cabeza y se reprendió mentalmente, ¿porqué demonios pensaba en cuentos de hadas en este preciso instante?, debía estar cansado.
Acercó los dedos a su cara y comprobó si había daños en nariz y pómulos, afortunadamente no parecía haber nada roto. En los breves segundos en que sus miradas habían conectado él sólo vio sus ojos, esos increíbles ojos de un color ambarino imposible muy similares a los de un gran felino. A pesar de la hinchazón memorizó sus rasgos…ya jamás los olvidaría.
Ahora necesitaba revisar el resto de su cuerpo…cómo ya sabía al haberla tomado en sus brazos, ella era menuda. No se podía decir que fuese bajita pero si esbelta. Vestía unos pantalones vaqueros y un jersey que habían visto tiempos mejores y estaba descalza. Con extremo cuidado sacó las prendas y ella quedó en ropa interior y vaya ropa interior...Era un conjunto de encaje de color negro muy sexy que en contraste con su blanca piel destacaba aún más. A pesar de la sorpresa inicial, los ojos de Onur inmediatamente se fijaron en sus moratones y no en su lencería. Había muchos y en diferentes estados de curación lo que significaba que la de esta noche no era la primera paliza que recibía. Apretó los puños al sentir retornar su ira…pero la volvió a controlar y tras arroparla con una manta fue a buscar su botiquín.
Ya en la puerta se volvió a mirar a la joven inconsciente en su cama e hizo una promesa, aquella sería la última vez que alguien le pondría la mano encima mientras él respirara.
Magnífico, me encanta la manera de redactar esta secuencia... Laura no pares, quiero el siguiente.. intrigante.. 🥰🥰
ResponderEliminarYa se que tienes vida propia, pero por pedir..................
Madre mia.. no se cómo lo haces.. . Esto no es humano, no se puede escribir así de bien...bueno si. que así disfrutamos infinito.. gracias..enganchada dije.jajajaj me quedé corta..👏👏👏👏
ResponderEliminarEs mejor que la tarta de manzana. Felicidades, Laura, este es el inicio de otro gran relato. Quedo a la espera de mas.
ResponderEliminarme encanta, gracias por tus relatos
ResponderEliminarMe encanta, a ver con que nos vas a sorprender 😏
ResponderEliminarSigue, que estoy intrigada,
ResponderEliminarGracias de verdad!!!
Enganchada a esta también. Espero el siguiente capítulo. Gracias
ResponderEliminarMe encanta que estén los dos solitos... y él la cuide... Aix. A por el tercero!
ResponderEliminar