NO HAY FLOR SIN ESPINAS (Capítulo 20)
Capítulo 20
Su Yaman
Le dolía terriblemente la cabeza…era esa jaqueca que te hace sentir que tu cerebro se convirtió en un pedazo de corcho porque parece ser compacto pero bloquea el sonido y parece flotar. Intentó abrir los ojos pero la claridad del día los hirió volviendo a cerrarlos a la pacífica oscuridad. No sabía que hora era…pero si dónde estaba…En su cama en su habitación…estaba en casa. Esa certeza la tranquilizó y se relajó entre las sábanas sabiendo que si estaba en casa estaba segura…con él. Movió la mano hacia su lado de la cama, buscándolo, y una mano tomó la suya.
Yaman se dio cuenta de que ella se había despertado y lo buscaba aún con los ojos cerrados. Se llevó su mano a la boca y besó sus dedos, luego su palma…y esperó lo inevitable…que ella recordara lo que había pasado…Absorbió cuanto pudo del tacto de su piel y de su calor sabiendo que en cuestión de segundos lo perdería. Nuevas lágrimas cayeron de sus ojos sin querer ni poder evitarlo y cerró los ojos pues no era digno siquiera de mirarla.
Seher consiguió abrir los ojos y miró a su esposo. Estaba muy despeinado …percibió su palidez y grandes sombras oscuras que circundaban sus ojos. Él estaba llorando… ella soltó la mano de su agarre pero él no se movió ni abrió los ojos, dejándola ir, y más lágrimas siguieron brotando. Lo miró y pensó que este hombre al que tanto amaba lo estaba haciendo otra vez…Él mismo se castigaba con la mayor de las durezas. Toda la rabia, ira y destrucción que era capaz de utilizar para castigar a los que lo ofendían eran sólo un reflejo de toda el dolor que él soportaba dentro. Él pensaba que ella era igual a él … que tomaría todo su dolor y lo usaría para destruirlo. Se equivocaba…no se daña a quien se ama y ella lo amaba demasiado.
Contemplándolo ahora llorar comprendió que con cada cosa que dijo e hizo para herirla a ella él se dañó cien veces más. Ella sabía que él la amaba, la amaba a pesar de haber pensado lo peor de ella con pruebas en la mano. Su Yaman funcionaba así…era suyo y lo conocía. No podía negar que dolía todo lo que él le había hecho, pero ella ya lo había perdonado hacia mucho…Ayer el dolor vino por la comprensión de los hechos. Él jamás hubiese podido perdonar a nadie que le hubiese traicionado sobre todo con esas cosas. Todo el dossier tocaba los puntos más débiles de su marido pero por ella, para ella, había escondido su dolor su duda y se había rendido al amor.
Acercó la mano a la cara de su esposo y le limpió una lágrima que en ese instante caía por su mejilla. Sintió como todo él tembló cuando ella lo tocó.
- Yaman…abre los ojos…- le pidió ella con dulzura.
Escuchar su nombre en sus labios por primera vez fue algo difícil de soportar, pero como si fuese una orden mágica imposible de desobedecer él abrió sus ojos para mirarla y recibir su castigo…
Nada en esta vida podría haberlo preparado para lo que vio…Su mujer no lo miraba con el odio y repulsa que él se merecía sino con una compasión infinita. *¡Santo Dios!* pensó. Él que siempre creyó que la compasión era el sentimiento que más debilidad creaba en las personas. Ahora mismo vio con total claridad que era la mayor fortaleza que existía en el mundo. Porque desde la compasión se podía perdonar y luchar manteniendo el alma limpia, como ella hacía. Seher siempre había sido la más fuerte de los dos y ahora lamentaba haberla subestimado de tantas formas.
Seher leyó en los ojos de su marido todo lo que necesitaba saber, ya era suficiente…El golpe de anoche en realidad fue una liberación, esa pieza, ese algo que ella sabía que no cuadraba en el comportamiento de su marido se debió a esas mentiras. Recordó entonces ese dicho popular que decía “entre el cielo y la tierra nada permanece oculto por siempre”. Y ellos tenían mucho por descubrir.
- Yo…- dijo Yaman, pero ella lo interrumpió poniendo sus dedos en los labios.
- ¿Somos por fin libres? – preguntó Seher con un deje de duda.
Los ojos de Yaman se abrieron por la sorpresa,
- Yo…yo…sí somos libres.
- ¿No más secretos entonces?, insistió Seher.
- No mi amor, yo quería contártelo pero…- Yaman puso la mano sobre su hijo y continuó hablando- quería protegerte del dolor y también tenía miedo…yo…por mi culpa casi os pierdo a los dos…
Seher puso su mano sobre la de él y con la otra acunó su mejilla.
- No nos perderás nunca por la verdad sólo las mentiras pueden provocar que eso pase.
- Te contaré todo, lo prometo…hasta el último detalle y todo lo que quieras saber…pero después de que nazca el bebé. Anoche el doctor me dijo que no debes disgustarte te subió mucho la tensión y…yo…yo…no podría soportarlo.
- Esta bien…tranquilo.
- Yo…yo..lo..lo..siento…lo siento tanto…
Yaman tartamudeaba mientras se disculpaba , señal en él de que estaba muy pero que muy emocionado. Ella nunca lo había visto así …estaba acostumbrada al hombre fuerte y duro que no se dejaba llevar por los sentimientos. Ahora ante ella no quedaba nada de aquel frío muro de hielo. Y lo amó más aún…Se dispuso a decirle que ella hacía mucho que lo había perdonado pero alguien la interrumpió y las palabras no salieron de su boca.
Halil, se movió y dio una buena patada, los ojos de ambos volaron a la barriga donde las manos de ambos se unían. Seher ya había notado antes los movimientos de su hijo pero eran muy suaves, tan sutiles, que a veces no estaba segura de que hubiesen sido reales. Pero ahora mismo no había duda de que se había movido y Yaman también lo había sentido. Sus miradas se encontraron, ya no había en ellas ni rastros de arrepentimiento y dolor ni de compasión. Ahora sólo había en ellas sorpresa, felicidad y amor.
El amor más inmenso que existe y existirá en el mundo. Un amor por el que darías la vida sin pensar, por el que todo se perdona, que llena sin limites el corazón y te asusta sin limites también. Porque de repente te das cuenta de que tu felicidad y bienestar ya no te pertenecen, ahora dependen de otro ser vivo hasta el día en el que mueras. Ellos ya conocían este amor por sus sentimientos por Yusuf y este pequeño se lo acababa de recordar a ambos. El amor entre ellos era su brújula en esta vida pero el amor por sus hijos era el ancla que los asía a ésta.
- Halil…no se si me perdona o me patea por haber sido tan estúpido…
- Puede que un poco por ambas cosas …¿no?- contestó Seher con una sonrisa.
- Halil…me gusta mucho… “compañero leal”.
- ¿ Te gusta de verdad? Cuando supe que era niño ese fue el primer nombre que vino a mi cabeza.
- Sí, me gusta mucho, será el compañero leal de Yusuf…que se va a poner contentísimo cuando sepa que es chico. Aunque a mi me hubiese gustado una niña, una que se pareciera a ti… el próximo será …
Seher se ruborizó por el comentario y también de placer al ver que él no era como esos hombres que sólo querían varones. Yaman se acercó a ella despacio y puso su frente en la de ella.
- No te ruborices mi amor, quiero contigo todo lo que la vida nos pueda ofrecer. Te prometo que nunca más dudaré de ti…y espero que puedas perdonarme …soy tuyo por siempre…si así lo quieres…
- Te perdoné todo el día que me entregué a ti…¿no te das cuenta de que soy tuya también?
Yaman la miró intensamente sin ser capaz de hablar y la besó con fiereza. Ella no sólo era su mujer era su alma. Después de una vida de dificultades en la que todo lo había tenido que conseguir luchando, ahora era premiado con un ángel, uno que todo lo que tocaba lo hacía más hermoso con una sencillez pasmosa.
De repente un sonido detuvo su beso, el estómago de su mujer rugía de hambre. Yaman paro de besarla y se separó de ella lo justo para mirarla y decirle.
- Tienes que comer…
Ella no pareció oírlo y lo tomó por la cabeza para volver a besar sus labios. Él se dejó hacer unos instantes pero finalmente se deshizo de su abrazo y se levantó de la cama. Ella protestó pero él fue más fuerte y aunque se moría por volver a sus brazos decidió que la comida era más importante.
- Voy a traerte la comida y luego…yo te comeré a ti…¿de acuerdo?
Seher se acaloró más de lo que ya estaba y contestó con un asentimiento de cabeza. No podía articular palabra. Malditas hormonas y dichoso hombre que sólo con tocarla la encendía como una antorcha, pensó mientras se miraba las manos que se retorcía sin parar.
- Seher…
Su nombre en voz alta viniendo de él la hizo levantar la cabeza. Y lo miró interrogante,
- Seher...ni te imaginas cuanto te amo.
Ella lo miró maravillada en muda respuesta y él se marchó feliz por su respuesta sin palabras.
Mientras miraba el vano de la puerta vacío donde él había estado hacía un momento, Seher sintió que una nueva etapa de su vida comenzaba y sonrió. Estaba impaciente por comenzarla.
Qué bonito! Me has emocionado! Ya tengo ganas de leer el siguiente! Gracias por compartir tu arte! 💜💜💜
ResponderEliminarUaaaa, qué bonitooo!!!! Qué sentimientos tan bien expresados, qué bien llegan, no hay que hacer ningún esfuerzo para asumirlos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pero qué crack.. jajaja eres una monstrua.. lo que no arreglo el equipo de guión de la Naz lo arreglaste tú en apenas unas líneas. Bravo!!
ResponderEliminarMe encanta ! Amoooo♥️♥️♥️
ResponderEliminarMuchas gracias 😘 que hermoso capitulo se llamaron por sus nombres 😍
ResponderEliminarQué forma más bonita de descubrir ,qué el hombre de hielo se puede derretir. Me gustó mucho. Gracias
ResponderEliminarEres una crack me has emocionado, deberías reescribir el guión de naz, que lindo todo me lograste ruborisar
ResponderEliminarMe encanta....! Que sigue?
ResponderEliminarPrecioso, bendito amor!!!!!!! Tú si que sabes y el amor verdadero puede con todo 🥰🥰🥰
ResponderEliminarAmor del puro, del que mueve el mundo.. preciosa reconciliacion, el ogro se merece sufrir por sus actos, pero el amor lo redime..
ResponderEliminarLos corazones puros que aman de verdad perdonan todo. Muy bonito la forma de resolver el conflicto.
ResponderEliminarUn besin
😍😍😍😍😍que dulce, esperando el siguiente!!!
ResponderEliminarJaja, me hizo gracia que el estómago de Seher RUGIA🤣🤣🤣
ResponderEliminar🥰🥰🥰👏👏👏
ResponderEliminar