EL RATONCITO (Capítulo 4)






 Capítulo 4


La tormenta finalmente había cedido y parecía que en poco tiempo se reestablecería el suministro eléctrico. Al menos eso era lo que habían escuchado en el pequeño transistor a pilas que habían encontrado. Aunque la tecnología moderna estaba muy bien, los aparatos  antiguos seguían siendo los más fiables en caso de catástrofe. 

Yaman había recordado tenerlo en el altillo de su armario junto con más recuerdos. Bajó la caja que colocó junto al fuego y allí lo encontró. Sila estaba nuevamente en los brazos de Seher muy interesada mirándolo todo y sin dejar de jugar con el cabello de la chica…No podía culparla, de hecho Yaman casi la envidiaba. Deseaba sentir esas sedosas hebras entre sus dedos, acariciarlo con ella descansando sobre su pecho…disfrutando de su calor y su aroma…*¡Joder!...otra vez no...* Yaman se estaba excitando …otra vez …ya había perdido la cuenta de las veces que le había sucedido. Sila dio un gritito de los suyos  y eso lo volvió a salvar. Daba gracias por la niña sin cuya presencia no hubiese podido controlarse.

De hecho Sila no parecía la misma niña. Los berrinches y llantos constantes casi habían desaparecido por encanto…Igual la pobre pequeña estaba aliviada con la marcha de su madre… A Yaman no le cabía en la cabeza que existiesen madres así…la suya era una mamá gallina que protegía a sus hijos con la ferocidad de un león. Su padre era un hombre tranquilo y enamorado, un honrado carnicero de tercera generación, cuya frase favorita era “Lo que diga tu madre”…Por eso no había podido contarles lo de su hermano Yalcin… había venido a Estambul en su busca y aun no lo había encontrado. No saber si estaba vivo o muerto lo torturaba, era su hermano pequeño…su enamoradizo, loco y extravagante hermano pequeño al que siempre andaba salvando. 

Pero ahora no  sabía que hacer…se había marchado de su casa en Civas siguiendo a ciegas a la chica de la capital de la que se había enamorado…sin pensar en nada ni en nadie. Dejó destrozados a sus padres, y a él…hasta aquel día y aquella llamada meses después de su marcha…

- Hermano estoy en problemas…

- ¿Dónde estás?

- En Estambul…

- ¡Vuelve a casa!

- No puedo hermano…no los llevaré a vosotros..

- ¿De que estás hablando? Vuelve a casa…juntos podemos solucionar cualquier cosa…

- No hermano…no esta vez…pero necesito un favor…tienes que venir a por ella..

- ¿Por  ella? ¿De quién hablas?..

- De Kevser hermano…se que no te gusta pero cuando la veas lo entenderás… 

Le dio una dirección y luego colgó…esa fue la última vez que habló con su hermano. Inventó para sus padres una excusa en relación con una oportunidad de trabajo en Estambul y fue a la dirección que su hermano le había dado. Allí cambió toda su vida y comenzó su lucha…

La dirección que su hermano le  dio pertenecía a un barrio del infierno…eso pensó cuando un taxista reticente lo llevó al lugar y salió pitando tan pronto cobró la carrera. Era una zona marginal del extrarradio de Estambul y rápidamente supo que allí las drogas y el tráfico de éstas gobernaban el lugar. Cómo almas en pena los pobres adictos vagaban entre montículos de basura y desolación. Su corazón se encogió en el pecho..*¡¿Cómo demonios se había su hermano metido en semejante mundo!?*… 

Supo que se tenía que mover rápido ya que su aspecto sano y aseado llamaban la atención como un inmenso faro. Vio a un grupo de tres mujeres que parecían no demasiado colocadas y les preguntó directamente  por Kevser…no sabía que otra cosa hacer…él era un Licenciado en económicas y experto contable no un maldito investigador privado. La mujeres lo rodearon y comenzaron a insinuársele ofreciéndose como mercancía.

- Venga guapo…¿para que quieres a Kevser?...yo te voy a gustar más..

- No, quiero a Kevser. – Dijo Yaman aguantando las nauseas que la situación le provocaba…

Las prostitutas insistieron, cada una ofreciendo y dando detalles de sus especialidades…pero el se mantuvo firme… algo le decía que realmente conocían a Kevser y quizás con un poco de ayuda divina lo llevarían a ella y ella a su hermano.  

Finalmente una de las prostitutas se desesperó ante la falta de interés por su parte y dijo de malas maneras a sus compañeras.

- ¡Ahh chicas!, dejémoslo ya… obviamente éste es uno de esos raritos que a los que les van los juegos morbosos y por eso busca a Kevser…- luego se volvió hacía él  y le escupió..- 100 liras y te llevo con ella…

Con un asentimiento de cabeza quedaron de acuerdo y la prostituta emprendió camino sin mirarlo ni hablarle. Giraron en varias calles y cuando Yaman ya empezaba a preocuparse de si estaba siendo llevado a una trampa dónde le robarían y darían una buena paliza…la prostituta paró frente a un destartalado edificio sin puerta de portal.

- Mi dinero, - dijo la mujer extendiendo la mano frente a él.

Yaman lo sacó de bolsillo pero antes de soltarlo en su mano le dijo, 

- ¿Dónde?

- Planta primera puerta verde…entra sin más dudo mucho que esté despierta…

Yaman tomo aire antes de entrar en el oscuro lugar, subió con rapidez las escaleras y encontró la puerta verde. Ésta estaba abierta y entró sin llamar. A lo largo del pasillo se abrían distintas habitaciones casi todas vacías, con colchones tirados en el suelo cubiertos con sucias mantas revueltas y demás basura. Ya en la última habitación y pensando que no la encontraría la encontró. Estaba drogada y muy pálida, no lo reconoció…al sentir su presencia se incorporó y la raída manta con la que se tapaba cayó…

*¡Joder!*, el taco se repitió como un eco sin fin en su cabeza. Entonces comprendió lo que su hermano le dijo, cuando la veas lo entenderás todo…uff Yalcin uff, ahora sabía porqué su hermano se había ido sin dar explicaciones…Kevser estaba embarazada…muy embarazada. Y no necesitaba ser contable para calcular que el bebé era de su hermano.

Esa misma noche Kevser se puso de parto, era un milagro que él justo  la hubiese encontrado entonces o no conseguía imaginar que hubiese sido de su pequeña…

- ¿Señor Yaman?...¿Señor Yaman?

La suave voz del ratoncito llamándolo y una mano en su brazo lo trajeron de vuelta de entre sus recuerdos. 

- No me llames señor, de acuerdo…sólo Yaman, somos…compañeros de trabajo.

A ella se le dibujó lentamente una sonrisa en los labios, según parecía a ella le divertía que él considerase su relación  como de compañeros de trabajo…pero realmente así lo veía. Cada persona en esa inmensa oficina tenía un cometido, y todos eran necesarios.

- Muy bien compañero…¿podrías coger en brazos a esta pequeña para que yo le prepare el biberón? Luego prepararé algo para nosotros, por suerte Leila dejó mucha comida lista que sólo hay que calentar.

- Claro…dámela.

Seher miró a Yaman con la niña y recordó su expresión de un rato antes. Donde quiera que su mente lo hubiese llevado no era un lugar agradable…A pesar de haberse prometido a si misma no involucrarse, más aún después de lo que había sucedido con él…su innata curiosidad y preocupación por el bienestar de los niños pudo más y no pudo evitar la pregunta.

- ¿Qué le sucede a Sila?

A Yaman la pregunta lo pilló por sorpresa, no había tenido tiempo de pensar, de meditar que quería de este ratoncito que lo volvía loco. La sentía como algo suyo, o que sería suyo…pero su vida era ya bastante complicada para añadir una relación sentimental a todo el embrollo. Pero la niña la adoraba era obvio. En cuestión de horas había obrado milagros en ella…miró  a la niña que se había convertido en su mayor prioridad en los últimos meses y supo que Seher también era buena para ella. Quizás fuese bueno tener una amiga, sí eso era, la solución…ella sería una nueva amiga. Sólo eran Leila, Sila, Kevser y él, solos en el gran Estambul…Leila estaba herida y sólo no podría cuidar de la niña, buscar a su hermano, buscar a Kevser, trabajo, la lista era infinita y quizás ella que ya lo había ayudado una vez lo quisiese seguir haciendo. Así que se decidió a hablar.

- Sila… Sila, nació  con síndrome de abstinencia por culpa de las drogas que su madre consumió durante el embarazo…

La afirmación le salió desprovista de emoción, como si él fuese un doctor que informa sin implicación emocional… nada que ver con la realidad. Yaman jamás olvidaría a ese pequeño bebé milagro que increíblemente nació relativamente sano. Muy pequeñita, lloraba y lloraba sin parar. Él sólo la podía tomar en brazos noche tras noche y día tras día. Luego llegó la ayuda, Leila fue su ángel de la guardia. Ella era la señora de la limpieza del hostal donde él se quedaba. Un día lo escuchó hablar por teléfono buscando casa de alquiler, desesperado porque se acercaba el día en el que les darían el alta en el hospital  Sila y Kevser y no tenían a dónde ir. Leila se ofreció a ayudarlo, aun agradecía por ello. Ella se había convertido en su ama de llaves, niñera, y cuidadora de Kevser. La única aliada es su guerra particular.

Esperó la reacción de Seher, ella se quedó  en silencio y le dirigió una mirada de ¿orgullo?... ¿no pena u horror…?¿orgullo?. Seher se acercó  de nuevo a él y le cogió la niña de entre los brazos. La pequeña gorjeó feliz  al estar de nuevo con ella y recibió el biberón con ganas. 

- Bien ahora comprendo…es una chica muy buena.

- Sí, muy buena sobre todo contigo.

- Nos hemos caído bien ¿verdad pequeña?

La niña estaba casi dormida en los brazos de Seher, y para cuando terminó el biberón  estaba completamente dormida. Tras acunarla un rato en brazos la llevó  a la cama. Yaman la siguió para ayudarla y ambos se quedaron en silencio junto a ésta admirándola. Finalmente Seher se movió y al pasar junto a Yaman sus brazos se rozaron. Yaman la tomó de la mano y la paró. Seher se volvió hacía Yaman sin comprender que sucedía. Miró sus manos unidas y luego buscó sus ojos con una pregunta muda. Entonces Yaman le dijo,

- Lo siento…

Seher no comprendía a Yaman, ¿Qué sentía?, él  no había hecho nada malo…lo miró confusa y preguntó 

- ¿ Qué es lo que sientes?

Él no contestó pero tiró de su mano y la pegó a su pecho, luego soltando su mano enlazó el brazo alrededor de su finísima cintura para anclarla a él y con la otra mano alzó su barbilla para que ella lo mirase a la cara. Se acercó a su boca y a un suspiro de sus labios dijo.

- Esto…

Y la besó, quería ser delicado pero no pudo, arrasó su boca sin poder controlarse saboreándola de nuevo. *Maldita sea esto es tan bueno*… ella no lo apartó se dejó besar. Él paro un instante frente con frente casi sin respiración  y volvió a susurrar.

- Mentira…es mentira…

- ¿Qué es mentira?

- Que lo siento…no lo siento…

Según la palabras salieron de la boca de Yaman,  Seher reemplazó las palabras con besos, ahora ella participaba y se puso de puntillas para llegar mejor a él. Yaman la cogió en brazos para ponerla a su altura y la llevó sin dejar de besarla de vuelta al sillón donde se sentó  con ella encima. Besarla dormida ya le había perecido el cielo pero con ella participando y acariciando su cuello estaba a punto de explotar tenía que echar un poco el freno, deseaba disfrutarlo más despacio y se apartó de sus labios solo para encontrarse con ese hombro desnudo que comenzó  a besar.

- Me temo que lo de la amistad se ha ido a la porra.

- ¿La amistad?- preguntó Seher sin aliento.

- Sí, la amistad …yo quería ser tu amigo..

- ¿ Y ahora?...¿Ya no quieres ser mi amigo?

- No, ya no…

- ¿Entonces…?

- Ahora lo quiero todo…


Continuará…



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